viernes, 21 de diciembre de 2012

high and dry


Perdí toda habilidad para darme a entender.
Perdí toda habilidad para comer de su mano.
Le perdí su bufanda favorita y armé un alboroto durante la cena.
Le rompí la cara a alguien y cuando llegué a casa me regañé.
Perdí la compostura de algo que nunca se había descompuesto. 
No sé como hablan los demás. Pero no es como en las películas, estoy seguro.
Estaría seguro de que 15 minutos antes de la escena final volverías, hermosa y desalineada.

Entonces…

Me quedo quieto mirando cómo la felicidad se expande por todo tu cuerpo, volviéndote algo maravilloso y horrible. 

Un momento que no tiene nada que ver con todo lo demás


La noche que nos conoció al resto del grupo Ella usaba una camiseta de Niel Diamond, yo me reí de ella. No creí que en serio le gustara, era un patán. Le invité una cerveza, obviamente era abstemia. Durante toda la noche estuve tratando de llamar su atención pero nada parecía funcionar. Ni chistes políticos, ni chistes crueles, ni chistes de ningún tipo. Cada vez parecía más incómoda con mi presencia. 

Me rendí, le llamé a Adriana, mi remedio a la soledad, los labios más cálidos y hambrientos de la ciudad, mi mejor amiga y amante casual, la relación más insana y divertida que he tenido. En 20 minutos pasó por mi, me esperaba afuera en su Cadillac, negro, soberbio, descapotado, destartalado. Como ella. Sólo levanté la mano como apache y esa fue mi despedida. Cuando abrí la puerta del coche caí en cuenta que aquella muchacha incómoda del bar iba a arruinar mi vida.

Después del trago


Me pregunto cómo un perro va a vivir sin un motivo o sin ti. 
No hay razones válidas para borrarte,
tampoco para reescribirte.
Para cuando termine todo, no habré escrito nada que valga la pena ser leído ante un auditorio.
Pero si lo haces bajo tus sábanas estoy seguro de que recordaràs también mi tacto 
y mi aliento a tarde de lluvia.

lunes, 5 de noviembre de 2012

El desorden que quedó una de las tantas veces que me dejó.

1


Noté el desorden que dejaste. Mi almohada de plumas de ganso está más flaca. Tu acta de nacimiento la he leído como 25 veces, como esperando así conocerte mejor, o alguna pista para adivinar cuándo regresarás. No he usado otros pantalones desde la última vez que te vi. ni siquiera he cambiado las sabanas de mi cama, sigen recien lavadas, adentro de una maleta. Esperandote también. Como si esta cama sirviera para dormir. Creo que perdí tiempo tomandome algunas cosas de manera personal, cómo tu manera de vestir o o la forma en la que me veías, tal vez ves así a todo mundo. Escuche en una película que los abrazos son más personales que los besos. No lo creo. Sólo me has abrazado bien un par de veces. Alguien me pregunto hace rato que si te conocía. Soy tan pequeño a ciertas horas del día. 

Dejaste un vacío repleto de basura sentimental, unas cuantas cartas, un piedra y mi orgullo ridiculizado. A veces noto el miedo que te da ser un poco más real. O que te da miedo que a mi no me guste. Pero recuerda que yo te amé primero que tú.Estás y no estás. Regresas pero evitas que te pregunten por mi. No te culpo. En este momento, si no me conociera me escribiría algo muy hiriente.

2


La mitad de mi piel se quedó en tu colchón, también algo de humedad. Abajo de mi cama no hay nada más que anecdotas. Quizás para usarse en navidad o en un funeral. Afuera alguien está esperandome, juega con una moneda y con mi corazón. 

Tengo tus ojos clavados en una pared, aunque los quite no se van. Tengo tu espalda desnuda durmiendo a mi lado, la ansiedad hace la limpieza y tú ni la cena. Por favor vuelve. Sé que no lo harías, por eso te quiero. Caminé con mis mejores ropas por las calles más peligrosas, sólo para coquetearte. ...texto perdido por torpeza

3


El sillón ya no es tan cómodo. Me encontré un cigarro ejipcio a medio fumar. Esta lluvia mediocre no termina de mojar nada. Y caminar por estos rumbos es muy peligroso: Coquetería que no funciona contigo. Tú estás con alguién más y yo no encuentro mis cobardes bolas para animarme a llamarte y arruinar tu cita. 

Puse una película de Van Dame: Kickboxer. Te habría gustado. Tus encantos no tienen limite conocido. En el cuarto de al lado alguien me sigue esperando, se aburre. No sabe estar sola. Sé quién eres.Puedo verte, desnuda, recostada, las mejillas tan rojas que me da ternura. A basic rule of porn. Ignorar.El piso está lleno de cables, polvo, un par de cabellos, tus dedos largos y la ropa que nunca uso.

4


Cada día aprendo a romper nuevas cosas. O arruinar sorpresas. Aun así no aprendo a que no debería amarla de esta manera, pero es inevitable. Si la vieran entenderían de lo que hablo, la forma en la que me mira cuando no me odia. La manera en la que sus ojeras me emocionan o cómo la lluvia cae sobre ella en cámara lenta. 

Díme que me equivoqué pero no borres de tu lengua las parabras que ya escuché. O leí.Ella es experta en muchas cosas, puede olvidar que la han herido. Pero también las caricias que han costado sangre de civiles inocentes. Tan fácil que es perder tantos días en un descuido.Por favor no me devuelvan los días que ya pasaroon, no mereprochen ni siquiera el buen sexo o un spaguetti delicioso. No quiero volver con ella, quiero caminar a su lado, aunque fuera en caminos distintos. Quiero volver a casa y besar su rodilla, su barba y esconderme entre sus piernas como un niño baboso jugando. Me sacudo. Soy diferente cada día, ojalá pudiera verlo. Ella cree que no la conozco. Pero sabe que mi boca nunca se ha sentido mejor, en su lugar, tiempo correcto y clima adecuado. Ella recibió una sorpresa, yo sólo recordé que rompo cosas muy fácilmente. Ahorita estoy bien y sonriente, ella también mientras se le queda viendo a la sorpresa, secreta, invisible, atesorada. Yo debería aprender a enterrar mis tesoros. Seguramente no para mí mismo. Ya cambié mi "cama" de lugar. El cuarto se ve igual. Debería mudarme. O tomar unas vacaciones.Hoy me recuesto y miro las cosas desde otro lado, me gusta lo que veo. No la quiero de vuelta, la quiero siempre.

Condición

A menudo me siento inútil, como un solo cuadrito de papel higiénico, mientras espero sentado en tu cama. Y pasan tantas cosas alrededor. Que te vayas no me asusta tanto como estar desnudo en público. No te vas ni te irás. Aunque tomes un vuelo muy barato.

Tal vez me vuelva aburrido y frío, entonces me reemplazarás con la tv por cable. Tal vez deje de oír blues y abandones tu divertido exhibicionismo.



Los dedos de tu pie juegan con la alfombra, insistes que no debería arrugar mi frente. Yo me imagino la cara que pondrías si te informan que desaparecí en una excursión a la selva y me dan por muerto. Me comería mi “menique” con tal de sobrevivir para volver a hacerte el amor y escucharte reír de algo absurdo.



A veces se me olvida cómo hablar contigo. Pero hablo. Sonrío chueco y te tiro a la cama.
Tal vez algún día abandonemos el helado de sabores exóticos y nos estacionemos en el pretencioso napolitano.



Cuando te vi por primera vez pensé que eras igual. Unas semanas después me enamoré de tu amabilidad y tu capacidad para abstraerme, de tu boca que hipnotiza y sabe a licuado de fresa, tu coqueteo, tus super poderes y cómo ignoraras lo predecible; y del miedo que me daba caerte mal. Antes me gustaba caerle mal a la gente.

Tal vez algún día niegues que querías esforzarte y luchar por lo nuestro.



Olvidarás las canciones más bonitas que hemos escuchado porque golpeé a tu amigo o porque quieres estar sola. Es mentira que huelo diferente, es mentira que me da igual algo. Es mentira que me volviste fatalista, es mentira que no espero nada. Pero cuando regreses de viaje este sillón sigue siendo para dos. Sigue amoldado perfectamente a tus nalgas, tu orgullo y tu bipolaridad.



Estoy hablando de tu presencia irrefutable, las despedidas temerosas y los errores de continuidad. De que estoy enamorado y que jamás voy a entender de procedimientos en nuestra relación.

Esta condición es irreparable. 

Cosas en una bodega.



Cuando se te acaba la paciencia y cuando no hay quien te rasque la espalda. Es que hay cosas que no puedes hacer fácilmente tú solo... Como rascarte ciertas áreas de la espalda, por lo menos se necesita una pared afilada. Una comida ridícula. Una sonrisa hueca, lo definitivo de una mirada que no conocías, recientemente adquirida. Lo que no te quieren responder aunque ya sabes la respuesta. Algo que odiar para después rescatarle épicamente. Las películas de zombies y una ausencia provocada por ser tú mismo. Esa persona en tu cama y tú que no lo notas ni lo harás porque sólo sabes hablar de consecuencias. Cuando dudas pero te aferras porque... no sé por qué diablos alguien haría tal cosa. Los chistes y las calles sombreadas de grandes árboles. El beso que no debiste dar jamás. El engaño y todas esas cosas incómodas de las que casi todos prefieren hablar sólo con ciertos amigos. Cuando te gusta un beso que no es tuyo y cantas algo que no suena a nada. Almohadas sucias, una colección de tonterías, una caja forrada con boletos de autobuses. Querer estar en otro lado pero desperdicias segundos sagrados. Los sueños eróticos, la confidencialidad y los contratos absurdos. La libertad que casi todos malentienden. El amor y un montón de errores, la religion y hacer el amor en un lugar público. Dibujos malos, poemas cursis y fotografías que te averguenzan. Cuando pasas días sin sonreir o sin decir algo amable. Juegos de mesa, juegos de sábanas. Cuando te duele en el estomago porque estás presintiendo algo y al final no sucede nada... y de verdad nunca pasa ni va a pasar nada. Eso es lo peor. Cuando crees que estás haciendo algo que a todos les gusta, pero sólo eres la sombra de lo que podrías llegar a ser pero no harás nunca porque estás en un momento muy cómodo y te da miedo decepcionar a tu público. Ser predecible es fácil, barato. En lo personal prefiero la emoción, el miedo y los planes llenos de tachones.

Esto es una lista de super, esto es un conteo de cosas al azar, no hay nada para nadie, ni para mi. Aunque siempre habrá algunas cosas que nos gustarían.

¿Cuál es tu problema? - Sólo quiero bailar contigo.



Hoy no hay un atardecer estúpidamente hermoso. No me viene a la cabeza ninguna canción dedicable. Hipo. Pero tus ojos no dejan de mirarme. Cada borde, pliegue, cada movimiento incomprensible de tu rostro. Si existe Dios se parece al sabor de tu saliva y a una conversación interrumpida por el sueño... Y su continuación silenciosa.

Comemos mal. Reimos hasta olvidar. Cualquier cosa que necesite ser olvidada.

Hay algo incendiándose entre nosotros. Hay un poema y un par de boletos que siempre olvido en casa. Hay medio limón exprimido en el bolsillo trasero de algún pantalón que no me traje. Hay gente y tú. Hay paisajes y existe tu espalda, tus límites, tus manos grandes y mis partes feas.

martes, 23 de octubre de 2012

Dos días.


Hace poco me querías, yo era un poeta de esos que no escriben poesía. Y hace aun más hacías el amor conmigo, y ya, lo hacías. Mientras te lo digo fumo un cigarro, sólo para verme más o menos como un matón. Sigo hablando y tú callada y difícil de leer, como una esfinge. Hace como una semana me besaste, fue maravilloso, como desayunar en la cama, o como si la cabeza se me volviera de algodón. Dos días después te fuiste y me dejaste muchas cuentas, y  unos calzones sobre la cama, a manera de recordatorio, o de escupitajo en la cara. Hoy te encontré por casualidad, no sé por qué aceptaste pero aquí estás tomando un café pésimo conmigo. Hueles mal, pero me encanta tu mal olor como a insomnio, mezcal y ese perfume horrible como para niñas. Tengo ganas de desnudarte y morderte un seno, de esas malas costumbres que tú ya olvidaste.

...



Y si te da ese miedo raro, procura llamarme, procura no atarte, agarra el teléfono e intenta gritarme. Reza un verso como si fueras creyente, muéleme a golpes justo antes de los créditos finales. Y si el miedo te cae lejos de casa piensa en la grosería que más te recuerde a mí. Piensa en mi boca y figúratela en una batalla con tu pelo o con tu pecho. Si por casualidad despiertas a mi lado no te culpes, seguro yo te traje con algún engaño. Maldice el día en que te enamoré, el día que te bajé los pantalones y el día en que me presentaste a tus padres. 

Hazme una señal y yo procuraré que el tiempo no pase. 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Esto es un asalto.


No es tan diferente como creía, su cabello sigue manteniendo una forma muy simpática, como una pila de escombros, es hermoso. 

Esperaba por lo menos un aneurisma, no es cualquier cosa. Tampoco ha pasado tanto tiempo, se ve un poco más delgada ahora, pero no más fuerte. 

Un par de vasos exagerados de whisky, una galleta salada con algo que parece lodo, o un coagulo. Ella y su risa hienezca, ella y su estúpido cuello larguísimo y sus ojos tristes. 

Tampoco esperaba que hablara tan dulce, ni recuerdo qué decía, tal vez alguna mentira, lo normal. El plan seguía siendo el mismo, conseguir esa misma noche meterme a hurtadillas por entre sus piernas y tal vez a medio forcejeo logre perdonarme. También ella. 

La ternura es la moral del abuso.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

También hay que saber malquerer.



No estamos infelices, tampoco nos maldecimos, más bien nos mordemos, de lejos; de cerca también.

Tiro patadas al viento y me desquito enterrando la cabeza en el pecho de una pobre mujer. Le doy amor flaco, muertodehambre. Le tiro unos versos procurando que le haga gracia, fracaso. Le tiro los dientes y entonces me mira embobada y borracha de sangre, sonríe y nos reímos hasta quedarnos dormidos.  Me quedaré ahí tirado a su lado hasta que el viento se la lleve, o el diablo o el hambre que siempre le da apenas entrada la mañana.

A menudo no se da cuenta de que me burlo de sus muecas para hacerme el loco y volarme y volarla y volarnos bajita la mano como globos malinflados. “Si vas a hacer algo, hazlo bien, desgraciado”. La pobre mujer ya no está tan flaca, ya no está tan loca, ni tan enamorada.

sábado, 28 de julio de 2012

tocar 1 (fragmentado)


Me gusta que me toques. Me gusta porque el cuerpo también necesita saberse querido, saberse necesitado. Convertirse en algo eléctrico o que se yo, alguna babosada así. Me gusta que me toques porque me dices tanto, más de lo que dices cuando hablas, (pausa) y mira que hablas poco. Me gusta oler a ti, quedar marcado como tuyo, porque ya no soy ni me sale ser de nadie más. Pareciera que nuestras pieles se conocen de hace mucho, antes de tener conciencia. No se mucho de eso y como que no me lo creo, pero la piel no me obedece. Cuando me tocas no me mientes ni te miento. No hay nada más que roce y fuego. Te veo tocarme, pienso y sobrecaliento la maquina, sobrecaliento todo y casi muero.

viernes, 11 de mayo de 2012

isla


He estado últimamente acumulando de todo, polvo, abrazos, fracturas, gatos y llaves de cuartos de hotel. He pasado más que suficiente tiempo en… cualquier cosa. Papeles que se acumulan y cables que se enredan solos, como mis nervios y la barba. Estuve recordándola, recortándola también. Pero más que eso también la inventaba a veces, le cambiaba el color y las venas. Le cambiaba el pelo pero nunca de nombre. La veía cerca y lejos, se veía igual, infinita y grande, muy grande. He acumulado cansancio. He estado esperando y como no ha funcionado creo que tendré que matarme, o por lo menos jugar al muerto.  Le quiero como un loco, pero los locos no saben querer.

Me enojé con todo lo que se puede uno enojar, le grité incluso a una iguana. El amor no se me quita, se me quita el sol de la cara, la piel de la carne y la carne de su carne, la saliva que es su saliva y medio kilo de angustia. “Y medíamos el tiempo en latidos”.

Manejé durante horas, ensayando disculpa y besos, creo que hasta abdominales hice. Acumulé millas y canciones. Ojalá saliera algo de mi boca además de bichos y juicios.

Pegué mi mirada al mar, y no he conseguido ver nada, ni pelícanos ni su pecho.

Con el tiempo me volví tierra, me moví en pasos ajenos, me escondí en uñas y sexo escondido. Una vergüenza, un “lo sabía”. Redundante como  el tono del teléfono. Me volví su mal karma y su sopa de cebolla, un rompecabezas obvio y arrugas en sus ojos, tan muertos como piedras.

Me he despedido de mí mismo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Pornogámia.

Parecía que esperaron mucho tiempo para estar juntos, pudo notarlo por la humedad precoz de sus calzones. Ella parecía recordar aquellos días cuando la tomaba de la cintura, tan seguro que la embriagaba de una sensación muy parecida al mareo, pero esta vez es diferente, no había culpa alguna en el ambiente, ningún remordimiento iba a impedir que él se abalanzara con la furia contenida en sus pantalones.

Mordisqueó sus labios tanto que había un sabor ligero a sangre, lo cuál lo encendió casi a punto del desmayo. Ella se emocionó cuando sintió aquel soldado impaciente, le acarició y apretó durante largo rato hasta que él tomó la iniciativa de desabotonarle el vestido. Contempló un momento aquellos monumentos que se desbordaban mientras la mano furtiva los escondía bajo sus dedos. La piel ardía.

Él se abrió camino hasta el magnífico templo de venus que palpitaba y goteaba por su barbilla. Ella jala su pelo como si quisiera que entrara en ella y se fundieran aparatosamente. Piernas apuntando al cielo, voz saturada y corazón galopando. Una escena que sólo podría compararse con una blasfemia.

Ella se volteó y ofreció coqueta sus nalgas renacentistas a los ojos del cazador que serpenteando le besó la espalda mientras con la mano hurgaba en aquella profundidad, acariciándole y jugando a descubrir. El explorador se colocó detrás de ella y susurrándole no sé que salvajadas al oído humedecido por el aliento, se adueñó de su humanidad. La carne se enrojeció como manzana y entre jalones e impaciencia él no dejaba nunca de mirarla y decirle lo bella que era.

El tiempo los había curtido y ocultó todo rastro de timidez. Ella sabía lo que hacía y su boca era un rio en el cuál todo vive y muere a su voluntad. Tomaban riesgos morales y sonrojarían a cualquier sodomita. La lengua les sirvió para más que balbucear. Sacaban fuerzas de Dios sabe dónde y seguro se les escuchó hasta Mexicali.

Al final, apenas si podían hablar, estaban derretidos drogados de sudor y un extraño enamoramiento nacido de un orgasmo fulminante. De pronto no pudieron hacer otra cosa que carcajearse y continuar besándose durante una hora más hasta que inesperadamente desperté.