1
Noté el desorden que dejaste. Mi almohada de plumas de ganso está más flaca. Tu acta de nacimiento la he leído como 25 veces, como esperando así conocerte mejor, o alguna pista para adivinar cuándo regresarás. No he usado otros pantalones desde la última vez que te vi. ni siquiera he cambiado las sabanas de mi cama, sigen recien lavadas, adentro de una maleta. Esperandote también. Como si esta cama sirviera para dormir. Creo que perdí tiempo tomandome algunas cosas de manera personal, cómo tu manera de vestir o o la forma en la que me veías, tal vez ves así a todo mundo. Escuche en una película que los abrazos son más personales que los besos. No lo creo. Sólo me has abrazado bien un par de veces. Alguien me pregunto hace rato que si te conocía. Soy tan pequeño a ciertas horas del día.
2
La mitad de mi piel se quedó en tu colchón, también algo de humedad. Abajo de mi cama no hay nada más que anecdotas. Quizás para usarse en navidad o en un funeral. Afuera alguien está esperandome, juega con una moneda y con mi corazón.
3
El sillón ya no es tan cómodo. Me encontré un cigarro ejipcio a medio fumar. Esta lluvia mediocre no termina de mojar nada. Y caminar por estos rumbos es muy peligroso: Coquetería que no funciona contigo. Tú estás con alguién más y yo no encuentro mis cobardes bolas para animarme a llamarte y arruinar tu cita.
4
Cada día aprendo a romper nuevas cosas. O arruinar sorpresas. Aun así no aprendo a que no debería amarla de esta manera, pero es inevitable. Si la vieran entenderían de lo que hablo, la forma en la que me mira cuando no me odia. La manera en la que sus ojeras me emocionan o cómo la lluvia cae sobre ella en cámara lenta.