martes, 23 de agosto de 2011

crónica de un blues anunciado

Qué hacer cuando el final se te presenta escrito. Siendo un antipático desertor de la suerte y el destino sólo me queda pelear hasta quedarme sin brazos o piernas. Si decido desaparecer así será. Aquí yace el idiota que creyó que el amor no es un trato sino una batalla. Una que ella no va a luchar.

Entonces le dedico el resto de mi vida, por decisión propia más que por heroísmo. Mataría por incluirme en sus planes, pero “no me gustaría estar en un club que tiene por miembro a alguien como yo”.

domingo, 21 de agosto de 2011

más fragmentos

Sabe que la amo, sabe que suena torpe decirlo de esa manera pero tengo el interior lleno de palabras que no puedo pronunciar y la boca llena de vida que no se puede escapar. Ha sido una larga vida. Cuando la vi por primera vez dudé de su existencia, aún lo hago pero ahora es sólo por diversión. Le tomé la mano y le dije que algo en mí habría cambiado para siempre, esperaba que se asustara, tenía todo un discurso preparado. Pero no fue así, puso su boca en la mía y me entregó el resto de su vida así, de golpe, como si lo mereciera. Me gusta pensar que así es. Entonces me cagué de miedo, no me pude mover. La certeza suele hacer eso con uno. Le invité una copa y me alegré de que no bebiera. Tal vez inconscientemente la quería envenenar.

Una noche me asusté mucho porque desperté seguro de que no me quería. La llamé y se rió, entonces le mentí y le dije que eso era lo que quería lograr. Su voz, odio su voz, dice la verdad y no hay nada peor que eso. Canta desde sus tripas y canta para mí, me inflo y me doy vuelo, le pido que me ate un hilo pero es muy confiada. Sabe que no iré muy lejos, sabe que la amo y le divierte verme sufrir al respecto.

Llamó para despedirse, me ofendí pero preferí no buscarle un escándalo. Tampoco encontré una canción que la obligara a besarme y permitirme comerla y guardarla en mi panza el resto de mi vida. Abrazarla dentro de mí. Nutrirme de ella y darle un hogar. No la quiero con alguien más, feliz y radiante de otro amor, esa es la mentira más imbécil posible.


Estoy tratando de ser una mejor persona.

Me volví polvo, me disolví y me volví algo más que no soy, mezcla, un té tal vez, o un café si tengo suerte. Apenas para escabullirme en sus labios y morderlos, pero no lo sentirá porque le polvo no puede morder.

Intenté ser su recuerdo, no tenía tiempo para esas bobadas. Le compre una casa muy linda en el campo pero juró que jamás sería mía.

Odio que te hayas ido, odio ese absurdo y cursi vacío que siento en el pecho, me cansé de buscar tu aroma en todo lo que tocaste, en mí principalmente. Lo confundo con otros como el del caldo de pollo, una manzana que se pudrió en mi bolsillo sin darme cuenta, la barba sin lavarse, axila amarillenta en camisa blanca. Camisa de fuerza, por la fuerza y por tu piel majestuosa. Odio que me hayas dejado con ésta angustia, con éste constante pensamiento celoso y osado. Te odio porque todo mundo me ve ridículo menos tú, porque me besaste y te saliste con la tuya. Odio los kilómetros pero odio más tus bragas que autografié en el acto más narcisista que jamás volverás a presenciar en mí. Odio tus convicciones y principios que te hacen tener otro código postal, tan ajeno que prometo jamás aprendérmelo. Y prometo sufrirte de manera ridícula y orgulloso, brindaré en tu nombre a la menor provocación y a todo le pondré tu nombre, sólo para impresionarte, aunque eso tampoco resulte al final.

domingo, 14 de agosto de 2011

capítulo 1 (fragmento) En donde comienzo a hablar raro, pero le contaré todo acerca de ella.

Creo que quería verla más de cerca. Sus ojos parecían pequeños pero en realidad eran casi como manzanas, sumidos en unos huecos aún más grandes en una cabeza rara, frente amplia y labios como croissants recién horneados. Y a esa hora yo sólo quería escuchar algo dulce, pero insistía en dibujar cuchillos, y yo dibujando música en su espalda, entonces imaginaria para mí. Tenía 17 años, qué otra cosa podría hacer si no era imaginarla. Le inventé también un nombre, porque no sabía cuánto tiempo pasaría antes de que lo dijera, y tenía la esperanza de atinarlo.

Me recordaba un poco a Ella Fitzgerald pero bonita y flaca como una estaca, aunque su voz me recordó a los cuervos que se amontonan en la parcela de maíz que está justo detrás de mí casa. Podría vivir con eso, no importa más que quiera dormir conmigo, aunque fuera un rato por la tarde porque su mamá no la dejaba salir. Podría pasar por ella en mi motoneta a su trabajo, me haría el interesante hablándole de cosas que no sabe, casi no sabe de arte, y yo creía saber mucho. Sus lentes le daban un aire intelectual que hacía mojar mis pantalones.

La noche tiene ese efecto en las personas. Nos hace encimar palabras y manos de una manera torpe y cómica. Desde siempre me ha resultado muy difícil caminar abrazando a alguien de la cintura, pero lo intentaba. En esa cintura, entonces imaginaria, y la hacía sonrojarse. Y gritar mucho también.

I gotta right to sing the blues

Era la amiga de un amigo y él me la presentó un día, ese día me morí, pero no se lo conté a nadie. Y usted tenga mucho cuidado con manejar mal ésta información. Se la confío porque no tengo más remedio. Si dejo de contarle ella va a desaparecer de su cabeza, que ahora es mi cabeza. Esa cabeza en donde quedó impregnado su trasero y su aroma a Versace “Red jeans”.

...

martes, 9 de agosto de 2011

fuego

Voy a pasar por alto el orden de todo. Que no escribes o lo insípido de las promesas y las vulgares delicias de la ausencia. Voy a arrancarte la ropa sólo para que hagas algo al respecto. Y que tu reacción caiga sobre mí como un diluvio, un baño de napalm o algo así de épico. No voy a discutir sobre la importancia de Skip James en nuestro amorío primitivo, sólo voy a coleccionar tu piel muerta, y la viva también. Voy a asfixiarte y desmayarte. Recitaré un poema de William Blake en tu funeral. Pero no estarás muerta y todo es una farsa sólo porque así te gusta divertirte. Decidimos que no vamos a morirnos, y todo está bien si me besas.

Y todo está bien si tus ojos no pierden ese fuego violento

viernes, 5 de agosto de 2011

escribir como signo vital.

Me descubrí con un hoyo en el costado, casi mesiánico. Me descubrí hablando de ella como una fotografía borrosa. Como un recuerdo inmediato pero que suena antiguo. Sueño tal vez, producto del hambre y un cuarto desolado. Nunca le pedí nada. Pero sí hay cosas que necesito. Cosas absurdas y ensangrentadas, fantasías y la ansiedad descrita en párrafos que me hagan soñarle de cerca. Quiero su vida estampada en las paredes grises de la cabeza y del estómago y de las narices también. Quiero su voz pero la prefiero entera y dispuesta, soñadora y brutal como un puñetazo en el ojo. Y el ojo hinchado y gracioso lo portaría orgulloso como cuando camino tomando su mano y al resto de ella. La soledad y la distancia saben a hambre, ya saben, ese espesor en la saliva y un nostálgico apretar de la mandíbula. EL tembloroso andar y la mirada más viva que nunca, brillante de verla en todos lados. Quiero sus caderas y la consistencia de su cuello ardiente, pero quiero más un par de historias exprimidas sobre mí, saciar mi sed con su añoranza y alguna promesa absurda que no va a cumplir. La quiero conmigo pero es tarde, debemos dormir.

martes, 2 de agosto de 2011

polvareda

Aspiras, sueltas lo que hay que soltar, y dejar colgando el traje para mañana, camisa mal planchada por convicción más que por flojera. Un beso y seguir aspirando. Piel muerta, tuya pero mía. Crees que descansas, mueves los pies como si caminaras acostado, te diviertes y te das cuenta, entonces vuelves a ser un pesimista. Hay pocas camisas, hay muchas excusas y Louis Armstrong en el pasillo haciéndote compañía. Quiero convertirme en tu berrido selvático, quiero ser una marmota dentro tuyo, morderte por dentro y hacerte desde ahí otro ombligo, sería simpatiquísimo seguro se te olvidaría como odiarme. Dar vuelta a las páginas antes de acabarla y seguir aspirando. Aplastar y machacar, arrollar y todos los “ar”. Me vuelvo luna una vez más y tus labios jamás me podrán cubrir.