martes, 20 de agosto de 2013

Caer de bruces.


Claro que no soy bueno manejando la frustración. Cuando ella me calló la boca en frente de todos no supe si saltar por la ventana, mirarla feo, disculparme como un caballero, o amarla. Debe ser eso. Además ella me conoce, eso me aterra y me derrite.

Ella me ha visto vagar en los cafés de Morelia como buscando algo, como vendièndome discretamente, o algo. Me vio incluso una vez coqueteándole y me sonrió como quien le sonríe a un cachorrito haciendo una bobada. Tan alta y serena, con una boca como botón de rosa. Delgada pero fuerte, casi pesada como una catedral.

He estado cerca de ella, pero sólo en la oscuridad de una sala de cine, no iba a caer en un cliché. Aunque es un cliché por una muy buena razón. 

De esas veces que le confiesas tu amor a alguien de la manera màs torpe e indirecta posible. Ni que fuéramos unos adolescentes. ni que ella no tuviera mejores propuestas en puerta. Debìa competir y soy muy inseguro para eso.

Tampoco es que tuviera algo mejor que hacer que conquistarla. pero sè que a ella se le conquista como un espía internacional, como un James Dean sensible y lejano. Como un gángster retirado recogiendo una margarita en el camino. 

Nos separa tiempo y distancia; miedo y falta de cordura. En otras circunstancias serìa lógico estar juntos, y por circunstancias me refiero a que nuestros padres se conocieran y pactaran nuestro matrimonio. 

Ella me callò la boca por que hablaba mucho y muy mal. Espero no se entere de todo esto porque podría perderla, o peor, verla, enamorarme de nuevo, sentirme vivo y eso sì que no me va.