miércoles, 27 de julio de 2011

otro pretexto para hablar de ti

No es fácil cuando despiertas con un solo zapato (sólo eso) en la sala de una casa que apenas si reconoces. Es mi casa pero nunca se sintió así de todos modos. Mi última película es un asco y me costó tanto admitirlo, me gasté también todo el dinero, no preguntes en qué. Trabajar en una oficina repartiendo correspondencia me suena más atractivo ahora. Necesito esa rutina para reconocerme más fácilmente, sin tantas nubes por todos lados ni tantas piernas.

Alguna vez me quisiste pero te has olvidado de eso y diste paso a la rabia disimulada, al ego crispado y a las opiniones súper elaboradas pero vacías. Es injusto vivir en una trinchera, desarmado y con sólo una lata de frijoles como única compañía.

Pareciera que fue hace años cuando solía tener éxito, cuando mis dos primeras películas fueron aclamadas por la crítica y mis padres. Cuando me amabas y cuando me dejaste, esas fueron mis dos películas exitosas. Ojalá hubiera elegido trabajar en el gobierno, archivando cosas, no sé qué cosas, pero metiéndolas en folders grises dentro de cajones aún más grises.

Tendría menos tiempo libre y más para extrañarte.

Molestan mis entrevistas pero les molesta más que no vaya a hacerlas. La fama es una perra que no quiso que le preparara el desayuno después de cogerme toda la noche.

Nadie me extraña sólo tú, lo noté porque se te acaban las excusas y las piedras. Ahora deberías darle entrada nuevamente al amor, o a la muerte. Por el bien de la humanidad ambos deberíamos darle paso a lo segundo. Pero cuándo carajos nos ha importado la sobrevalorada humanidad.

martes, 26 de julio de 2011

comer

Desperté con ese sabor como a lata, con esas manos que no son mías, pero ahí puestas, buscando no sé qué en medio de cabello, cenizas y miserias. Culpé a la apatía y a la pereza pero en realidad había olvidado cómo usar mis piernas. Y mi lengua, así que clausuré la boca. Y casi todo pensamiento que suene a excusa.

Hay yagas en mi panza y hay algo viviendo en esos huecos sangrientos, hay pequeños bichos espías que se quedan ahí tomando nota de cada movimiento. Así que ten cuidado con venir a besarme como besas. Porque no eres mía ni de nadie. Ni tuya ni de nadie, absolutamente nadie.

El sabor de los días, la melancolía que muerde y el miedo que se rehúsa a engullir cualquier cosa que no seas tú.

lunes, 25 de julio de 2011

para tí

Tengo un océano de rabia y rebeldía adolescente. Tengo la boca que es tuya, porque desde el principio decidí que sería tuya. Y decidí ser tuyo sin razón, porque así son estas cosas. Y mío también. Nos cayó el peso del mundo, y decidiste que eso no nos detendría.

Tengo los días sin contar. Tengo el desayuno hecho y el polvo donde debe estar. Tienes el sabor de lo nuevo, el saber de los días que aún no llegan y manos que saben tocar.

Hay algo divino en esa boca tuya, en esa piel que quiero mía y en esos bombillos irreales en tu rostro. Hay algo retorcido y adorable en lo nuestro. Hay esa complicidad y ese desenfadado y aventurero amor.

sábado, 23 de julio de 2011

3 días

Cada día me dediqué a amarla. Aunque hayan sido sólo 3 días. Así es de raro, “al parecer hay un destino en el amor”. El primer día sus piernas me aprisionaron, puede ser que despertara intoxicado y enajenado. Hablaba escandalosa y desvergonzada, decía cosas tan interesantes como vagas y sospechosamente estudiadas. Decidí entonces amarla.

Tengo la piel ansiosa y encaprichada.


Hay algo de ebriedad en su piel, algo de tormenta y naufragio. Hay pena y en ella un gozo culposo e insaciable. Miradas cómplices de nada, pero de sólo imaginarlo nos atascamos como enanos en día de feria.


Las venas parecen callejones empedrados, corre sangre pero también arena y vino barato. Eso pasa cuando el tiempo parece escurrirse por entre nuestras panzas enamoradas.