Tengo un océano de rabia y rebeldía adolescente. Tengo la boca que es tuya, porque desde el principio decidí que sería tuya. Y decidí ser tuyo sin razón, porque así son estas cosas. Y mío también. Nos cayó el peso del mundo, y decidiste que eso no nos detendría.
Tengo los días sin contar. Tengo el desayuno hecho y el polvo donde debe estar. Tienes el sabor de lo nuevo, el saber de los días que aún no llegan y manos que saben tocar.
Hay algo divino en esa boca tuya, en esa piel que quiero mía y en esos bombillos irreales en tu rostro. Hay algo retorcido y adorable en lo nuestro. Hay esa complicidad y ese desenfadado y aventurero amor.
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