lunes, 27 de febrero de 2012

El Diablo

Qué ganas de renegar de ti, como de una mala comida, pero ésta hambre no se quita. Qué ganas de extirparme ese pedazo de alma si es que tengo algo de eso. Qué afán de no soportarme pero cargarte sobre mi pelo como un sombrero exagerado como todo aquello que te veo. Renegar de ti con todo y opereta de vergüenza y besos enojados. Te quiero tanto que apena a la razón, la ahuyenta y la vuelve bohemia. Sí, es posible, mírame. Qué dolor de estómago y de labios, cuánta barbaridad tu ausencia que me hace ponerle nombre a cada lagaña.

Y entonces se van esas ganas y llegan otras. Cambio de turno, no de corazón, no de falda ni ojos enormes. Cambia la marea y el ángulo de la lluvia, no tu sonrisa demoniaca.

Qué ganas de renegar de ti y de morirme entre tu carne revuelta como poema. Qué ganas de sacudirme y empaparte, empalmarte. El segundo revienta y la vesícula, y tu boca en mi boca, tus dientes chocando con los míos, sacando chispas. Puro fuego- Saliva como gasolina.

Qué ganas de almorzarnos y gritarnos en público. Tus ganas de mis ganas y desordenar cualquier mesa sólo para subrayar el infierno de lo nuestro.

miércoles, 8 de febrero de 2012

quemaduras.

Y si quieres yo estoy ahí, si quieres me robo el fuego y digo que yo lo inventé.

A veces creo que me hundo y hago un alboroto. Te llamo a gritos y no dices nada, sólo me plantas un besillo salado. Le pongo nombre a tus pestañas y les hablo mal de ti. Perdón por quedarme más tiempo con tu toque, con tus discos y la lista ridícula que me dejaste de no sé que cosas en contra mía.

Esta no es tu historia, esta tampoco es tuya. Ni aquella.

Pobrecito él, se esfuerza mucho y sólo consigue que pienses más en mí. Inflo el pecho y te miro severo. Se me sale un pedo mientras te juro algún poema robado.

Todos tenemos secretos pero tú sólo escondes rumores ajenos.

Nadie te conoce. El otro día te pedí, exigí, en una cafetería. Lo raro es que el mesero sabía exactamente de qué hablaba.

Tu voz es como un tronido de dedos, un chasquido extraterrestre. A mi me sale ronronear muy bien, te lo presumo. Provócame y verás.

"Tu voz quema, quemadura, que madura, quema y dura". Tremendo zafarrancho y tremendo tu vestido, tus calzones y mis malas intenciones. Tu voz quema, desaparece lo bueno y me aflora una flor, desde el pecho. Desde el techo, pasando por toda tú, por cada lugar sin pedir permiso sólo tomo aire, bien hondo, muy hondo, y sopas. Ahí estoy atascándome de ti, más que llenándome, más que metiéndote en mi boca, poco a poco como anaconda.

En algún momento aprendiste a amarme, porque no me dejaste ir, sólo hacías como que te ibas y dejabas poco más de media botella sobre mi mesa. Y yo ahí sentado haciendo como que no te veo salir exagerada y divina, cínica y hermosa.

Es por eso que no salgo los martes.

jueves, 2 de febrero de 2012

tonto

Suena un ruido terrible, alguien tiene que quejarse para darme cuenta que es mi respiración. La gente como yo debería estar sola siempre. Por el bien mutuo, sobretodo de ellos, los demás. Me rasco mis escamas como si en realidad sintiera comezón pero es más bien un acto reflejo. Nerviosismo. Nerviosísimo. Le confié a mi pareja todos los crímenes y también lo demás. Soy un torpe compulsivo, no puedo evitar colocarme en una posición vulnerable, como un pato suicida. Pago siempre mis impuestos y nunca llego tarde a la oficina. No acoso más que mentalmente y defeco por lo menos 2 veces al día. Las pelusas las colecciono, junto con su correspondencia imaginaria, porque de ella sólo puedo esperar otras cosas, cosas prácticas como la hora o la temperatura de su cama. Qué fácil es recordar viejos vicios, como odiarse a sí mismo. Que fácil andar de la mano con alguien así. Pero insisto no es nada recomendable mi compañía. Si pudiera yo mismo la evitaría. Suena sencillo, como amarla.