No sé qué tan fácil o difícil fue convertirme en tu espalda provisional. El desayuno exagerado. Me sorprendiste hablando solo, aunque en realidad hablaba contigo, o practicaba hacerlo. La lluvia fue un perfecto pretexto para abrazarse, para rellenar los huecos y decir cosas dulces.
Si tuviera la oportunidad te reconstruiría, pero tu grandeza rebaza mis habilidades, aun cuando no lo notas.
Cuando empieza el verano siempre me enfermo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario