viernes, 21 de diciembre de 2012
high and dry
Un momento que no tiene nada que ver con todo lo demás
Después del trago
lunes, 5 de noviembre de 2012
El desorden que quedó una de las tantas veces que me dejó.
Condición
Tal vez me vuelva aburrido y frío, entonces me reemplazarás con la tv por cable. Tal vez deje de oír blues y abandones tu divertido exhibicionismo.
…
Los dedos de tu pie juegan con la alfombra, insistes que no debería arrugar mi frente. Yo me imagino la cara que pondrías si te informan que desaparecí en una excursión a la selva y me dan por muerto. Me comería mi “menique” con tal de sobrevivir para volver a hacerte el amor y escucharte reír de algo absurdo.
…
A veces se me olvida cómo hablar contigo. Pero hablo. Sonrío chueco y te tiro a la cama.
Tal vez algún día abandonemos el helado de sabores exóticos y nos estacionemos en el pretencioso napolitano.
…
Cuando te vi por primera vez pensé que eras igual. Unas semanas después me enamoré de tu amabilidad y tu capacidad para abstraerme, de tu boca que hipnotiza y sabe a licuado de fresa, tu coqueteo, tus super poderes y cómo ignoraras lo predecible; y del miedo que me daba caerte mal. Antes me gustaba caerle mal a la gente.
Tal vez algún día niegues que querías esforzarte y luchar por lo nuestro.
…
Olvidarás las canciones más bonitas que hemos escuchado porque golpeé a tu amigo o porque quieres estar sola. Es mentira que huelo diferente, es mentira que me da igual algo. Es mentira que me volviste fatalista, es mentira que no espero nada. Pero cuando regreses de viaje este sillón sigue siendo para dos. Sigue amoldado perfectamente a tus nalgas, tu orgullo y tu bipolaridad.
…
Estoy hablando de tu presencia irrefutable, las despedidas temerosas y los errores de continuidad. De que estoy enamorado y que jamás voy a entender de procedimientos en nuestra relación.
Esta condición es irreparable.
Cosas en una bodega.
¿Cuál es tu problema? - Sólo quiero bailar contigo.
martes, 23 de octubre de 2012
Dos días.
viernes, 28 de septiembre de 2012
Esto es un asalto.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
También hay que saber malquerer.
sábado, 28 de julio de 2012
tocar 1 (fragmentado)
viernes, 11 de mayo de 2012
isla
lunes, 26 de marzo de 2012
Pornogámia.
Parecía que esperaron mucho tiempo para estar juntos, pudo notarlo por la humedad precoz de sus calzones. Ella parecía recordar aquellos días cuando la tomaba de la cintura, tan seguro que la embriagaba de una sensación muy parecida al mareo, pero esta vez es diferente, no había culpa alguna en el ambiente, ningún remordimiento iba a impedir que él se abalanzara con la furia contenida en sus pantalones.
Mordisqueó sus labios tanto que había un sabor ligero a sangre, lo cuál lo encendió casi a punto del desmayo. Ella se emocionó cuando sintió aquel soldado impaciente, le acarició y apretó durante largo rato hasta que él tomó la iniciativa de desabotonarle el vestido. Contempló un momento aquellos monumentos que se desbordaban mientras la mano furtiva los escondía bajo sus dedos. La piel ardía.
Él se abrió camino hasta el magnífico templo de venus que palpitaba y goteaba por su barbilla. Ella jala su pelo como si quisiera que entrara en ella y se fundieran aparatosamente. Piernas apuntando al cielo, voz saturada y corazón galopando. Una escena que sólo podría compararse con una blasfemia.
Ella se volteó y ofreció coqueta sus nalgas renacentistas a los ojos del cazador que serpenteando le besó la espalda mientras con la mano hurgaba en aquella profundidad, acariciándole y jugando a descubrir. El explorador se colocó detrás de ella y susurrándole no sé que salvajadas al oído humedecido por el aliento, se adueñó de su humanidad. La carne se enrojeció como manzana y entre jalones e impaciencia él no dejaba nunca de mirarla y decirle lo bella que era.
El tiempo los había curtido y ocultó todo rastro de timidez. Ella sabía lo que hacía y su boca era un rio en el cuál todo vive y muere a su voluntad. Tomaban riesgos morales y sonrojarían a cualquier sodomita. La lengua les sirvió para más que balbucear. Sacaban fuerzas de Dios sabe dónde y seguro se les escuchó hasta Mexicali.
Al final, apenas si podían hablar, estaban derretidos drogados de sudor y un extraño enamoramiento nacido de un orgasmo fulminante. De pronto no pudieron hacer otra cosa que carcajearse y continuar besándose durante una hora más hasta que inesperadamente desperté.